En la situación actual del país, donde el ejercicio del periodismo se enfrenta a la violencia, es importante entender de mejor manera los condicionantes que enmarcan el trabajo periodístico, las responsabilidades de los medios y los gobiernos para garantizar sus derechos. CIESPAL planteó una jornada de reflexión y análisis de la mano de profesionales de la comunicación, gente que ha realizado investigación, que vive y hace periodismo de tal forma que se pueda establecer un camino a seguir.

La jornada de  aprendizaje y diálogo, como la definió Gissela Dávila Cobo, directora general de CIESPAL, fue el espacio idóneo para plantear y responder inquietudes en torno al Ejercicio del periodismo en tiempos de violencia: Responsabilidades y garantías para informar. En el primer panel, realizado el día 15 de mayo, participaron: Guadalupe Fierro, presidenta de la Unión Nacional de Periodistas (UNP); Miguel Rivadeneira, periodista de Ecuador Radio; Isabel Ramos, docente de Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, sede Ecuador (FLACSO) y José Antonio Figueroa, investigador de la Universidad Central del Ecuador (UCE). 

Para la presidenta de la UNP, el ejercicio del periodismo, ahora más que nunca, es crítico y riesgoso, abonado por dos elementos fundamentales: el primer aspecto que es el estructural, la fuerza y estructura que impone el Estado, haciendo un marco restrictivo para el ejercicio de la profesión y, el segundo aspecto, los intereses de los grupos delincuenciales como el narcotráfico que buscan imponer la agenda informativa en el país.  Guadalupe Fierro señaló que todos los medios, sean públicos, privados o comunitarios, deben afrontar que implica el periodismo en situación de riesgo y cuál es la realidad respecto a la violencia en el país.

El periodista Miguel Rivadeneira reiteró que ni autoridades, ni militares, ni periodistas “entendemos lo que realmente ha sucedido en el país y cuáles son las implicaciones del narcotráfico y sus tentáculos”. Analizó casos colombianos como el asesinato de Diana Turbay Quintero, quien en su ímpetu y afán de conseguir una entrevista fue secuestrada por el grupo de «Los Extraditables» y en el operativo de rescate perdió la vida. Rivadeneira mencionó que estos casos permiten entender qué es lo que el periodista debe cubrir, qué seguridades debe tener y, en el caso ecuatoriano, “El reducir el problema de frontera solo a ‘alias Guacho’ es tener una visión miope del problema”.      

Por su parte, Isabel Ramos de FLACSO abordó las responsabilidades y garantías para informar, esto en base a varios estudios realizados con organizaciones sociales, autoridades y periodistas que laboran en el cordón fronterizo.  Este trabajo sostenido reflejó la absoluta precariedad del trabajo periodístico y cómo la prensa de circulación nacional se ha vuelto impermeable a los temas de frontera y los temas de interés local, tales como las restricciones al comercio transfronterizo, que se enfocan en notas de crónica roja.  Además, señaló que se estigmatiza la cotidianidad de la frontera, se quita el protagonismo a los habitantes y se deslegitima su voz.   Los periodistas de frontera son quienes deben generar sus propios protocolos de seguridad en base a sus vínculos.

Para concluir, José Antonio Figueroa de la UCE señaló que es importante entender que la visibilización del conflicto no necesariamente es violencia, la expresión radical del conflicto es una violencia estructural mientras la violencia sistemática es aquella que imprime miedo-terror y busca silenciar. Para Figueroa estas situaciones de riesgo implican retos metodológicos en la investigación, pero si existe una cotidianidad en el riesgo pueden idearse estrategias para investigar.  En el tratamiento informativo es necesario establecer claramente que se quiere visibilizar y a nombre de quién se quiere hablar, teniendo claro esto se evidencia el conflicto, el riesgo se minimiza porque se puede convertir en un mecanismo para solucionar los problemas en las comunidades, estableciendo cercanías, vínculos y compromisos con la población.

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