En el marco de la Cátedra Mattelart del CIESPAL, el 12 de junio de 2025 se llevó a cabo el cuarto webinar del ciclo Investigación crítica en contextos tecnofascistas. En este espacio se presentó el trabajo investigativo de la Universidad Amawtay Wasi de Ecuador, liderado por Edizon León, Néstor Polo y Marco Panchi. Los investigadores señalaron que se trata de una indagación colaborativa, centrada en la construcción de etnografías comunicacionales y en el análisis de las mediaciones digitales y culturales.
Edizon León destacó la importancia de construir etnografías comunicacionales que permitan comprender, desde adentro, las prácticas, lenguajes y sentidos que configuran la comunicación comunitaria en territorios indígenas y populares. Esta perspectiva visibiliza cómo las comunidades transforman y resignifican sus formas de comunicación desde sus propias matrices culturales, desbordando los enfoques académicos tradicionales. También subrayó que las mediaciones digitales no deben entenderse solo como tecnologías, sino como entornos relacionales donde se configuran símbolos, memorias y subjetividades, influyendo activamente en la construcción del sentido colectivo.
León explicó que el marco teórico de la investigación se basa en el pensamiento de Jesús Martín-Barbero, en particular su concepción de las mediaciones culturales. Este enfoque permite superar visiones reduccionistas de la comunicación como mera transmisión de mensajes, para entenderla como un proceso simbólico, social, afectivo y político. En contextos rurales e indígenas, las tecnologías digitales —aunque impuestas en muchos casos— han sido resignificadas en diálogo con saberes ancestrales como la oralidad y la memoria colectiva, generando profundas transformaciones culturales. Un ejemplo es la minga, que ha pasado de convocarse con instrumentos tradicionales a organizarse mediante grupos de WhatsApp, reflejando nuevas formas de relación social y territorial.
Néstor Polo centró su intervención en el consumo y la apropiación tecnológica. En el caso ecuatoriano, destacó las persistentes desigualdades entre zonas urbanas y rurales en cuanto al acceso (73.6 % urbano vs. 48 % rural) y uso de internet (85 % urbano vs. 59 % rural), según datos del INEC. La investigación revela que el uso predominante de internet es la comunicación interpersonal (79 %), con escaso desarrollo de usos creativos y críticos. Polo expresó su preocupación ante el hecho de que plataformas como TikTok, principal fuente de información para los jóvenes, promuevan una relación superficial y fragmentada con los contenidos, lo cual afecta negativamente la formación de pensamiento crítico.
Frente a este panorama, Polo propuso superar la visión instrumental de la tecnología mediante la promoción de alfabetismos digitales críticos que fomenten la conciencia y la reflexión. Retomando a autores como Kaplún, Freire y Martín-Barbero, sostuvo que la educomunicación latinoamericana debe fortalecer la agenda comunitaria, permitiendo que las comunidades se narren desde sus propias realidades. Además, destacó que las tecnologías digitales están reconfigurando el sentido de comunidad en espacios virtuales, generando tensiones entre lo local y lo global. El desafío —afirmó— no es solo el acceso a la tecnología, sino la creación de condiciones que permitan a sujetos y comunidades reconocerse, narrarse y transformarse desde sus propias voces, como ha observado en su trabajo con la comunidad LGBTI+ en Ecuador.
Marco Panchi abordó la investigación universitaria desde la economía política de la comunicación y el pensamiento crítico, inspirándose en el legado de Armand Mattelart. Propuso analizar la comunicación en tres momentos fundamentales: producción, circulación y consumo. Señaló que las nuevas tecnologías han transformado la producción y el trabajo en medios comunitarios, facilitando la creación de contenidos gracias a la democratización del acceso a equipos y herramientas digitales. No obstante, advirtió que estos avances enfrentan grandes obstáculos en la circulación, condicionada por los algoritmos de plataformas dominadas por Silicon Valley, los cuales restringen la difusión de contenidos comunitarios más allá de sus públicos inmediatos.
Panchi alertó sobre la «tiranía del algoritmo», que impone formatos y tendencias uniformes, reduciendo la diversidad y complejidad de las narrativas comunitarias. Plataformas como TikTok privilegian contenidos breves y simplificados, lo que limita la profundidad de los relatos comunitarios. Si bien existe optimismo en la fase de producción, tanto la circulación como el consumo están dominados por estructuras tecnológicas que frenan la innovación y el alcance. El desafío —concluyó— es romper con estas barreras, desarrollar estrategias de visibilidad propias y mantener el espíritu crítico y original que define a la comunicación comunitaria.