Seminario Internacional de investigación
«Memorias de la Comunicación Popular en América Latina y el Caribe»

El Seminario Internacional de investigación “Memorias de la Comunicación Popular en América Latina y el Caribe” es el eje vertebrador de un Programa de trabajo que tiene el mismo nombre y consiste en múltiples estrategias destinadas al reconocimiento y recuperación testimonial y documental de prácticas de comunicación popular mediante las técnicas de la historia oral y la investigación sociológica y antropológica.

Dentro de dicho Programa, el Seminario Internacional está orientado a promover el desarrollo de las competencias necesarias para la elaboración de memorias de la comunicación popular por parte de quienes participen en él, trabajo que será una contribución significativa para el Programa.

El Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina (CIESPAL) es la institución encargada de la gestión académica y administrativa del Seminario, que cuenta con el apoyo de la Asociación Latinoamericana de Educación y Comunicación Popular (ALER) y  la Asociación Mundial de Radios Comunitarias para América Latina y el Caribe (AMARC –ALC).

Fechas importantes

Hasta el 1° de abril de 2022, inclusive.

INSCRIPCIONES

Hasta el 1° de abril de 2022.
Entrevistas y/o pedido de información adicional; adjudicación de becas y pago del seminario total o primera cuota.

Lunes 4 de abril de 2022.

Viernes 28 de octubre de 2022.

Coordinación Académica

Busca convocar a activistas que se interesen en el análisis crítico y fortalecimiento del campo de la comunicación popular a través de la indagación y recuperación sistemática y situada de prácticas y experiencias contribuyendo, de ese modo, a la elaboración de Memorias que enriquezcan el presente e iluminen el futuro.

El Seminario, orientado básicamente a la producción conceptual y la investigación, está destinado a personas interesadas en la perspectiva de abordaje propuesta que cuenten con graduación universitaria o con formación equivalente a través de sus prácticas en el campo de la comunicación popular.

En América Latina y el Caribe, existe una larga historia de saberes y de prácticas construida por una diversidad de sujetos/as colectivos/as, que implican una cierta lectura de los procesos sociales y una dimensión estratégica que buscan desatar procesos de transformación.  Esos saberes y prácticas son los de una comunicación que se nombra de diversa manera: popular, comunitaria, alternativa, ciudadana, educativa, emancipadora, alterativa, participativa, para el desarrollo, para el cambio social, para la transformación, educativa, cooperativa, insurgente, colectiva, alfabetizadora, contrahegemónica, para el buen vivir. Cada denominación refiere a procesos sociales y políticos particulares que llevan adelante grupos organizados en nuestro continente.

Cualquiera sea la denominación, las nociones y las perspectivas, surgen de una elección que hacen los grupos que las definen y asumen a partir de sus tradiciones políticas e ideológicas, sus formas de ver el mundo y los procesos político culturales que desatan o de los que participan. Al mismo tiempo, esas denominaciones son el resultado de una elaboración productiva de los saberes populares generados por sus protagonistas en escenarios epocales y contextuales claramente diferenciados a lo largo de las décadas, hecho que les imprime huellas político culturales que se pueden distinguir. Finalmente, en cada proceso existen las historias de personas que enfrentan una necesidad, una conflictividad que afecta y duele a sus cuerpos y a su vida en común, que por ello se organizan, buscan causas y actores responsables de lo que les ocurre y producen además un horizonte hacia donde ir y vías para alcanzarlo, para transformar lo que se vive y lograr el real ejercicio de unos derechos negados.

Hacer memoria de los legados de las prácticas de comunicación popular que podemos reconocer en diversidad de experiencias es una travesía en la que se conjugan certezas y aspiraciones:

  • La certeza de que aun cuando se han realizado numerosos y muy valiosos trabajos para dar cuenta de ese amplio y complejo territorio que reconocemos como comunicación popular, hay experiencias que una y otra vez se mencionan como hitos, como referencias ineludibles de ese territorio, existen zonas difusas, relatos que sólo circulan a media voz, datos y reflexiones que unas pocas y pocos protagonistas conocen, una miríada de experiencias que quedaron subsumidas bajo las que adquirieron mayor visibilidad.
  • La certeza de que aquello que no se nombra y se ubica en una trama en la que adquiere sentido, corre el riesgo de desaparecer.
  • La certeza de que la desaparición, la pérdida de precursores vitales y conceptuales, de antecedentes materiales y simbólicos, nos despoja de un dato sustantivo para la producción de nuestras identidades.
  • La certeza de que recuperar las memorias de la comunicación popular e identificar sus prácticas en experiencias diversas nos alienta a producir tradiciones políticas, culturales de fuerte vocación emancipadora que consideramos sustantivas para la construcción de una sociedad igualitaria.

Desde esas certezas, nombramos lo que deseamos, aquello a lo que aspiramos, aquello con lo que soñamos: contribuir, con nuestro quehacer, al reconocimiento de la comunicación popular como un modo diferenciado de pensar las interacciones sociales y los procesos de producción de sentido, en su vinculación inescindible con el poder, la dominación y la búsqueda de la justicia y la libertad.

Para ello,

  • Aspiramos a reconstruir, desde nuestro presente, los derroteros –en su doble sentido de camino y rumbo- que fue tomando la comunicación popular en diferentes momentos y ámbitos de América Latina y el Caribe, recuperando saberes y modos de hacer cuya potencia no ha sido debidamente resguardada y compartida.
  • Aspiramos de ese modo a hacer inteligible en diferentes tiempos y circunstancias y en diferentes prácticas, a reconocer una matriz de la comunicación popular que opera hoy  aún sin que se reconozca su origen y sus variaciones. De ese modo, buscamos construir una tradición en que los saberes sedimentados sean el sostén de los actuales y variados modos de pensar y hacer comunicación popular.

“La memoria, indica Michel Pollak, esa operación colectiva de los acontecimientos y de las interpretaciones del pasado que se quiere salvaguardar, se integra en tentativas más o menos conscientes de definir y reforzar sentimientos de pertenencia y fronteras sociales entre colectividades de distintos tamaños: partidos, sindicatos, iglesias, aldeas, regiones, clanes, familias, naciones, etc. La referencia al pasado sirve para mantener la cohesión de los grupos y las instituciones que componen una sociedad, para definir su lugar respectivo, su complementariedad, pero también las oposiciones irreductibles”[1].  En ese sentido, el hacer memoria tiene una decisiva articulación con el presente. Los recuerdos no son copias objetivas de una realidad pasada; una suerte de reproducción idéntica de lo que fue. Recordar, hacer memoria, consiste en reagrupar los datos disponibles reconstruyéndolos de manera selectiva desde el punto de vista a partir del cual se los evoca; un proceso en el cual se va eligiendo en el pasado lo que es relevante y significativo para el presente en función de los intereses y la identidad de quienes elaboran esa memoria. 

En el espacio de la comunicación popular, hacer memorias nos permitirá identificar los lugares y modalidades convergentes –pero también divergentes-, desde donde hoy se actúa.  En ese sentido, lejos de buscar nostálgicamente algún paraíso perdido, la producción de memorias recuperará la complejidad y densidad de la comunicación popular dando cuenta de las tensiones y fracturas que marcaron históricamente esas experiencias en nuestros continentes. Esas tensiones y fracturas que muchas veces se olvidan o silencian porque revelarlas es revelar las tensiones actuales; asumir que el nuestro es, también, un territorio contradictorio en el que conviven y confrontan diferentes modos de entrever un mundo y un mañana diferentes.

[1] Memoria, Olvido, Silencio. La producción social de identidades frente a situaciones límites. Ediciones Al Margen, La Plata, 2006, pg. 25

 (Desarrollo de contenidos)

 Que quienes participan:

  1. Reconozcan una matriz constitutiva de la comunicación popular, entendida como guía para su análisis y comprensión.
  2. Analicen distintas perspectivas acerca de la problemática y la noción de memoria con el fin de fundamentar conceptualmente el “hacer memorias” de la Comunicación Popular de América Latina y el Caribe.
  3. Conceptualicen las prácticas de comunicación popular desde la perspectiva de la teoría de las prácticas sociales con la finalidad de proceder a su reconstrucción y análisis.
  4. Recuperen prácticas específicas de comunicación popular que enriquecerán el conjunto de materiales elaborados como parte del Programa Memorias de la Comunicación Popular de América Latina y el Caribe.

(Desarrollo de habilidades)

 Que quienes participan:  

  1. Vivan una experiencia de enseñanza aprendizaje que promueva la producción personal y colectiva de conocimientos a partir de sus saberes previos, los aportes docentes, y la lectura y análisis de los materiales provistos en el seminario.
  2. Desarrollen aprendizajes metodológicos a partir de la investigación de prácticas de comunicación popular desde la perspectiva de elaboración de memorias.
  3. Discutan y revisen las concepciones de comunicación popular y los diferentes tipos de prácticas que la integran, promoviendo nuevas elaboraciones.

La perspectiva histórica

La principal perspectiva metodológica asumida en el Seminario para la elaboración de memorias será la de la historia oral. Siguiendo a Paul Thompson, “podríamos decir que es un método que siempre ha sido esencialmente interdisciplinario, una especie de cruce de caminos entre la sociología, la antropología, la historia y los análisis literarios y culturales.” Según sus palabras, “El haber sido testigo en mi propia experiencia de investigación de cómo disciplinas particulares pueden ser transformadas por nuevas modas metodológicas, me reveló en cierta medida que la fuerza crucial de la historia oral descansa sobre una forma fundamental de interacción humana que trasciende las fronteras disciplinarias”[1].

En tal sentido las técnicas de recolección documental privilegiadas serán las propias de la historia oral, así como la de la sociología de las prácticas, la etnografía cultural y los estudios culturales. Todas ellas estarán orientadas a reconstruir prácticas, nociones y categorías empleadas en ellas, trayectorias de vida y trabajo, sensibilidades y climas de época. Es decir, permitirán desde la variedad y complementariedad, producir Memorias densas, complejas, en las que podamos recuperar los saberes y quehaceres, las continuidades y rupturas, las convergencias y disidencias de las que está hecha la comunicación popular.

Perspectivas transversales: género, interseccionalidad, interculturalidad, intergeneracionalidad

Existen varias categorías transversales para mirar y comprender las prácticas de la comunicación popular que tendremos en consideración en el Seminario desde un pensar situado.  Las categorías de género, de   interseccionalidad,  de interculturalidad y de intergeneracionalidad.

El género es una categoría de análisis que nos permite analizar la construcción histórica y socio cultural de los roles de varones y mujeres y las diversidades de identidades existentes. Se trata de una categoría que es dinámica y está fuertemente ligada al poder, su distribución y al lenguaje que nombra esa producción sociohistórica.

El concepto de interseccionalidad que ha entrado muy recientemente en el discurso y la práctica feminista fue propuesto en 1989 por Kimberlé Williams Crenshaw, académica y profesora estadounidense especializada en el campo de la teoría crítica de la raza. Su autora define la interseccionalidad como “el fenómeno por el cual cada individuo sufre opresión u ostenta privilegio en base a su pertenencia a múltiples categorías sociales”. Es decir, la interseccionalidad, consiste en poner de manifiesto cómo las diferentes categorías sociales generan opresiones y privilegios muy dispares al entrecruzarse entre ellas.

La noción de interculturalidad desde una perspectiva situada y de acuerdo a las condiciones materiales de producción, se refiere a las relaciones de intercambio y comunicación entre diversidad de identidades políticas, culturales, económicas, sociales, marcadas por la impronta de la desigualdad.

La intergeneracionalidad hace alusión a la conexión entre distintas posiciones generacionales. Las relaciones intergeneracionales se establecen cuando personas de grupos de edad diferentes comparten conversaciones, vivencias y actividades de todo tipo de forma continuada en el tiempo. En ese sentido la inclusión de esta dimensión –vinculada a lo que se ha dado en llamar la “ética de la trasmisión”- en la elaboración de las memorias de la comunicación popular, resulta de gran importancia a fin de reconocer el trabajo de quienes iniciaron estos procesos y la formación que se da a jóvenes comunicadoras y comunicadores que han crecido en la comunicación popular desde la práctica.

[1] En “Historia oral y contemporaneidad”,  ANUARIO N° 20 – Escuela de Historia – Facultad de Humanidades y Artes, Universidad nacional de Rosario, 2004, p. 15

PERSPECTIVAS DE TRABAJO

1. Memoria desde las prácticas

Existen distintos caminos para elaborar las Memorias de la Comunicación Popular.  Hemos escogido uno que entendemos nos permitirá conjugar el hacer con el pensar, las trayectorias personales con las colectivas, las dimensiones simbólicas y materiales, las institucionales con las vivenciales. Es el camino que coloca a las prácticas como eje central de la labor. Entendemos por prácticas de comunicación popular las múltiples formas en que colectivos organizados, con el concurso de medios tecnológicos o sin ellos, desarrollan iniciativas para expresarse públicamente, para decir su propia palabra con sentido emancipador. O sea, reconocemos como prácticas de comunicación popular a las diversas acciones en que se verifican procesos de producción de sentido con fines específicamente significantes, orientadas a la materialización de los derechos a la comunicación y la transformación de los sistemas sociales donde se verifica la dominación y la inequidad.

Tales prácticas serán identificadas y analizadas a partir de la conceptualización brindada por la Teoría de las Prácticas Sociales (TPS).

Según diferentes autores de dicha corriente, las prácticas son “formas de hacer y/o decir que surgen de la interrelación espacio temporal de tres elementos: competencias, sentido y materialidades[1].  

En el marco de esta noción y siguiendo a Ariztía, las competencias hacen referencia a los saberes prácticos y habilidades que posibilitan la realización de una práctica. Dado su carácter práctico, las competencias son parte de “repertorios automáticos y muchas veces a-reflexivos”, formando parte de rutinas de acción. En ocasiones, las competencias suelen estar formalizadas en reglas, procedimientos o manuales que facilitan la ejecución de las prácticas y su continuidad temporal.

El sentido está constituido por el “conjunto amplio de aspectos teleo-afectivos, valoraciones y repertorios culturales sobre el cual se establece el significado y necesidad de una práctica para quienes las ejecutan”[2].  Se incluyen en ese conjunto las valoraciones acerca las diferentes actividades y todos los significados, creencias y emociones asociados a una práctica concreta.

Las materialidades son las “herramientas, infraestructuras y recursos” que se emplean para desarrollar una práctica y son constitutivas de ellas porque determinan su posibilidad de realización y también sus transformaciones.

Según esta perspectiva, una práctica dada existe cuando esos tres elementos coexisten activamente y deja de hacerlo cuando alguno de ellos desaparece o cambia sustancialmente. Además, existen dos aspectos de importancia clave que deben señalarse. Por un lado, esos componentes no son exclusividad de una práctica, sino que pueden ser compartidos por prácticas diferentes. Es su particular articulación lo que da entidad a cada una de las prácticas en que tales componentes pueden estar presentes. Por otro, una de las características básicas de las prácticas, es lo que María Isabel Jociles Rubio denomina la “situacionalidad”, es decir, “los cambios que experimentan en función de las diferentes situaciones en que se desarrollan”[3]. En tal sentido, como indica Ariztía, “las prácticas tienen trayectorias identificables”, es decir, una historia dada por la evolución de los elementos que la integran y por el modo en que algunos actores deciden realizarlas o dejarlas de realizar[4].

Finalmente, y como indica Luz C. Barajas Sandoval, asumimos esta perspectiva para considerar las prácticas de comunicación cuyas Memorias elaboraremos, dado que este enfoque “conjuga así la tríada cuerpo-actividad- sociedad. Reúne fenómenos de lo humano (emociones, afectos, etcétera) que generan conflictos, tensiones, retos que suponen y reclaman procesos deliberativos, de negociación y, en consecuencia, dinámicas que permitan afrontar las posibilidades del cambio, la continuidad y la adaptación”[5].

2. Prácticas y experiencias

Las prácticas sociales, y por ende las prácticas de la comunicación, no existen en el vacío sino dentro de ámbitos específicos. Para nuestro caso, las prácticas se producen en el marco de lo que denominaremos experiencias, entendiendo por tales a un conjunto de acciones más o menos institucionalizadas que se desarrollan en un tiempo significativo y que involucran diferentes tipos de prácticas. Por ejemplo, entenderemos la labor de una radio popular como una experiencia dentro de la cual se llevan a cabo distintas prácticas: hay prácticas de producción de información de educación, de gestión, etc. Lo mismo ocurre en un centro de comunicación popular, o en una televisora alternativa, o en una red de comunicadores/as, o en una organización social.

En ese sentido, retomamos para nuestra tarea dos nociones propias de la TPS, como son la de coexistencia y dependencia. La primera implica reconocer, dentro de una única experiencia, prácticas que se desarrollan durante un mismo tiempo y comparten algunos de sus componentes, sean los elementos materiales, los sentidos y/o las competencias. La segunda implica reconocer que hay algunas prácticas cuya ejecución depende de la existencia de otras. En suma, estamos reconociendo que será muy difícil encontrar una práctica de comunicación popular que se desarrolle aisladamente de otras, hecho que les otorga densidad y complejidad.

3. Las prácticas ejes de la comunicación popular

Teniendo en cuenta la matriz que compartimos inicialmente y que consideramos identifica la comunicación popular, resulta hasta cierto punto forzado aislar prácticas diferenciadas dentro de las experiencias de comunicación popular. Sin embargo, es posible reconocer especificidades o énfasis que nos permiten identificar algunas prácticas como ejes para la construcción de las Memorias. Con ello, lejos de querer fragmentarlas, lo que buscamos es profundizar en “modos de hacer” particulares, con competencias, sentidos y/o materialidades específicas, porque, al hacerlo, podremos también identificar trayectorias, transformaciones, pero también prácticas que desaparecieron o aquellas que van emergiendo.

  • Las prácticas de producción de información.

Nos referimos a todas las prácticas –de comunicación y/o documentación y/o investigación-, que colectivos que desarrollan experiencias de comunicación popular realizan con la finalidad principal de producir y compartir datos e interpretaciones adecuadas a sus realidades y situación de marginación y opresión, con el fin de que el conocimiento de la misma contribuya a los procesos de su transformación.  Se cuentan dentro de este tipo de prácticas, por ejemplo, los informativos de una emisora o televisora popular, los diferentes tipos de diagnósticos que realiza una organización popular, los materiales con datos que se comparten en redes sociales, etc.

  • Las prácticas del diálogo

Identificamos como tales a todas las prácticas que se desarrollan en el marco de experiencias de comunicación popular tendientes a multiplicar las presencias y voces en el espacio público. Es decir, todas las prácticas orientadas a que los integrantes de las mayorías populares y las minorías marginadas puedan expresarse produciendo un discurso plural, respetuoso de cada quien. Entendemos también, como parte de estas prácticas, todas aquellas destinadas al poner en común y hacer “conversar” (reconocerse, acordar, debatir, disentir) los modos de pensar y las propuestas o iniciativas de diferentes grupos, sectores, comunidades.  Por eso mismo involucramos dentro de estas prácticas los diferentes tipos de redes que se construyen con esos fines y los diálogos políticos, regionales, étnicos, de género, generacionales, culturales; es decir, a todos los modos de hacer y decir que sirven para asociar y diferenciar, para unir y distinguir ideas, perspectivas, posiciones.

  • Las prácticas educativas

Si bien es una dimensión que en términos generales puede encontrarse presente en todas las prácticas de comunicación popular dada la matriz que reconocemos en ellas, otorgamos acá un sentido restringido a esta denominación. Entendemos por prácticas de comunicación popular educativas aquellas cuya finalidad específica es la de producir nuevos saberes de carácter instrumental así como el reconocimiento de identidades, y de condiciones y situaciones de subalternidad. Son parte de estas prácticas las de alfabetización, la de educación escolar, las de educación para el trabajo, pero también la formación en derechos humanos, en perspectiva de género, la formación política y sindical, por ejemplo.

  • Las prácticas para la organización, movilización y demanda de derechos.

Entendemos por tales a las prácticas vinculadas con las dimensiones de la resistencia y lucha frente a los poderes y a los diferentes modos con que puede resistirse y luchar haciendo visibles las inequidades y exigencias de un orden social justo. Se trata de prácticas estrechamente relacionadas con la consolidación de organizaciones y movimientos sociales y la visibilización de las luchas que, en términos de Nancy Frazer[6], podríamos denominar por el reconocimiento (luchas por la identidad y el respeto a la diferencia) y las demandas de redistribución, es decir la pugna por la vigencia de derechos que aseguren la equidad material.

  • Las prácticas de construcción de nuevos lenguajes y sensibilidades

Por ellas nos referimos a las prácticas que buscan ampliar el horizonte cultural de comunidades y públicos permitiendo la expresividad de lo popular, la experimentación estética y sensorial, la innovación tecnológica y narrativa. Es decir, modos alternativos de comunicar que hacen visibles tradiciones y sensibilidades a menudo marginadas u olvidadas.

[1] Ariztía, Tomás, “La teoría de las prácticas sociales: particularidades, posibilidades y límites”, en

Cinta moebio 59, 2017, pg. 224; DOI: 10.4067/S0717-554X2017000200221

[2] Idem, pg. 225.

[3] En “La observación participante en el estudio etnográfico de las prácticas sociales”, Revista Colombiana de Antropologia, Vol. 54, N° 1, enero-junio 2018, pg. 122; DOI: https://doi.org/10.22380/2539472X.386.

[4] Ariztía, Tomás, cit, pgs. 227-228.

[5]En “Prácticas sociales y cuerpos recuperados. Reconfigurar lo propio para sobrevivir”, NÓMADAS N° 45 , octubre de 2016 – Universidad Central  de Colombia, pg. 257

[6] ¿De la redistribución al reconocimiento? Dilemas de la justicia en la era «postsocialista» https://newleftreview.es/issues/0/articles/nancy-fraser-de-la-redistribution-al-reconocimiento-dilemas-de-la-justicia-en-la-era-postsocialista.pdf

 

 

Temáticas: 
  • Unidad 1.-La matriz de la comunicación popular
  • Unidad 2.- Perspectivas en torno a la Memoria
  • Unidad 3.-¿Por qué unas Memorias de la Comunicación Popular? ¿Cómo construirlas?
  • Unidad 4.-Construyendo Memorias de las Prácticas de Comunicación Popular
 
Conversatorios:
  • Aspectos de la educación popular contenidos en la matriz de la comunicación popular
  • Aportes para una conceptualización de la comunicación popular
  • Experiencias de producción de memorias en América Latina 
  • Prácticas informativas en medios populares de comunicación
  • Prácticas del diálogo en comunicación popular/ redes
 
Docentes propuestos: 
  • Andrea Alvarado (Costa Rica)
  • Mauricio Archila (Colombia)
  • Ludmila Catela da Silva (Argentina)
  • María Cianci (Venezuela)
  • Magdalena Doyle (Argentina)
  • María C. Mata (Argentina)
  • Claudia Villamayor (Argentina)
Con la participación de destacados referentes del campo de la educación y la comunicación popular, entre ellos: Javier Barrios (Venezuela), Mauro Cerbino (Ecuador), Manuel Chaparro (España), Edgar Dávila (Bolivia), Oscar Jara (Costa Rica), Aura Mora (Colombia), Hugo Ramírez (Perú) y Mónica Valdez (Colombia). 
 
Docentes propuestos: 

Andrea Alvarado (Costa Rica)

Mauricio Archila (Colombia)

 

Ludmila Catela Da Silva (Argentina)

 

María Cianci (Venezuela)

 

Magdalena Doyle (Argentina)

 

María Cristina Mata

 

Claudia Villamayor (Argentina)

 
Con la participación de destacados referentes del campo de la educación y la comunicación popular, entre ellos: Javier Barrios (Venezuela), Mauro Cerbino (Ecuador), Manuel Chaparro (España), Edgar Dávila (Bolivia), Oscar Jara (Costa Rica), Aura Mora (Colombia), Hugo Ramírez (Perú) y Mónica Valdez (Colombia). 
 

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